ADVERTENCIAS: *Queda terminantemente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos ofrecidos a través de este medio, salvo autorización expresa de sus respectivos autores, quienes poseen la titularidad de los mismos. **Los contenidos que ofrece esta página, son el resultado de los ejercicios realizados en el taller de narrativa, donde los autores desconocen, previamente, la naturaleza de los mismos. En definitiva, son fruto de la improvisación; narración desnuda. Como tal, son expuestos aquí, sin corrección ortográfica, gramatical o de estilo. ***Para cualquier comentario, sugerencia, duda, denuncia por uso inadecuado u otras incidencias, puede contactarse con el coordinador del taller y moderador de este blog, Juan Sedeño, a través de los medios de contacto que puedan facilitar los responsables de la Biblioteca Pública Municipal "Cristóbal Cuevas", o directamente, a través de este blog.

domingo, 23 de enero de 2011

Se me olvidó otra vez

Por Amelia de los Ríos.

Se me olvidó otra vez apagar el despertador. Abro los ojos, ¡qué lejos está! – pienso, y me doy la vuelta en la cama-. No deja de sonar cada vez más fuerte: va a levantar a toda la casa y me quitarán mi espacio de tranquilidad, así que salgo de la cama y callo el maldito reloj.
Se me olvidó otra vez desde cuándo no me observo con detenimiento. Después de lavarme la cara me miro en el espejo y, ¡doloroso horror! No me reconozco; siempre con tanta prisa, y para cuando un día paras y caes en la cuenta, te preguntas: ¿pero quién es esa que está en mi cuerpo? ¡Si parece mi madre! ¡Con lo que la critiqué por llevar esos pelos!
Se me ha olvidado hablarle a mi niña interior, ¿desde cuándo estás ahí callada, sin tiempo para hablar ni nadie que te escuche? Continúa sintiéndose sola, abandonada, e incomprendida, como simple moneda de cambio entre bandos, aunque ahí sigue, sin perder la esperanza de recibir un poquito de atención.
Se me ha olvidado otra vez lo que era sentir la ilusión por descubrir el mundo y la libertad de sentirme creativa; firmé un contrato, cambiándolas por una estable seguridad, ahora patrona de mi rutina... y de toda mi vida.
Se me ha olvidado otra vez sopesar los pro y contras, sentir lo que es real y lo que no. Cuando llevas mucho tiempo casada te llegas a acostumbrar tanto a la otra persona, que realmente no la ves: das por sentado que está ahí.
Y se me ha olvidado otra vez quererme y sentirme querida.

16 comentarios:

  1. Si el texto no es autobiográfico me sorprende y si lo es me sorprende aún más. Lo cierto, querida, es que no dejas de sorprenderme.

    ResponderEliminar
  2. El texto es una historia de ficción. Si es autobiográfico o no, eso lo sabrá su autora. Los lectores empatizan con las historias, si son directamente vivencias del autor/a pierden gracia. Así que lo mejor es no saberlo (amigas/os aparte, que eso ya es otra cuestión...).
    Un besote gordote.

    ResponderEliminar
  3. buenos días : El texto es una realidad en miles de personas,pero hay una pregunta que me ronda la cabeza,¿ no nos reconocemos un día ante el espejo o no llegamos a conocernos porque no nos prestamos atención?besos mañaneros

    ResponderEliminar
  4. Hola.
    Jodida la pregunta. Ahí queda para quien quiera debatir.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  5. Hola a todos,

    Gracias Juan por tus consejos y por publicarlo.
    Con respecto a si es autobiográfico ¿qué es verdad y qué no? ¿Dónde y quien pone la frontera entre la realidad y la ficción? Y qué mas da, lo que importa es si conecta o no con la persona que lo lee. Amor me alegro que te sorprenda.
    Por cierto Kabila, en eso de no reconocernos, creo que hay de todo, poco tiempo para estar con uno mismo y la velocidad de vida que llevamos, que hace que no nos prestemos la debida atención, ni a nosotros ni a lo que ocurre en este momento, ese eterno presente del que habla Juan que se nos escurre entre los dedos, y cuando te das cuenta ha pasado media vida o la vida entera. VIVAMOS EL PRESENTE, SINTAMOS CADA MOMENTO, demos su justo valor a lo que nos pasa, si es bueno disfrutarlo y si no, aprender de ello.
    Un abrazo a todos y por cierto, nos veremos el día 9 ¿no?.

    ResponderEliminar
  6. Porque a lo largo de mi vida me disfrazo tantas veces, llega una mañana que por más que me mire en el espejo no sé quién es la desconocida que, a su vez, me está escrutando con insidia. ¿Quién es esa de ahí? Parece preguntarse, y además te devuelve una mirada entre irritada e incrédula. “Cabreo de recién levantada”, piensas. Y a continuación te auto convences: “no hay mala cara que no se arregle con una buena capa de maquillaje y un café cargadito”. Ala, ya tenemos colocado otra vez el disfraz. Te vas a trabajar y das los buenos días como si nada, aunque lo que te apetezca sea mandar al infierno al universo entero contigo incluida.
    Y así pasas el resto de la jornada, fingiendo, aparentando ser uno más de la rueda que no cesa. Y por dentro, tu ánimo pugna por salir y gritarle a todos los rutinarios que te rodean: “¡No soy como vosotros! Soy distinta, especial, única. No quiero formar parte de esta masa informe y sin color.” Pero no lo haces. ¿Por qué? Supongo que cada uno tenemos nuestras motivaciones para no salirnos del sistema.
    Últimamente tengo muchas, muchísimas ganas, de darle una buena patada en el culo a todo lo preestablecido. (Perdón por la salida de tono).

    Besos un pelín "jartos de tó"

    ResponderEliminar
  7. Me gusta el texto y los comentarios que ha dado lugar, sí :)

    A veces no se sabe qué es peor: si ocultarnos bajo la máscara, no llevarla, llevarla sin ser conscientes o ser conscientes de ella y vivir con su peso.

    Ánimo a todos. Nos veremos muy pronto :)

    ResponderEliminar
  8. ¡Uy, cómo está el patio! Amelia ha levantado algunas ampollas y de eso se trata. Transmitir emociones. Siendo la indiferencia el mayor castigo de una obra, muchos/as se conforman con una mala crítica, pues al menos supone que el lector dedicó parte de su tiempo libre a leerte y valorarte. En este caso, has levantado en armas a algunas conciencias, y eso no es moco de pavo. Enhorabuena Amelia.

    ResponderEliminar
  9. Lo importante es no olvidar quién es uno.
    Recibe un cordial saludo berlinés.

    ResponderEliminar
  10. Hola Amelia. Tu escrito ha calado. Enhorabuena. Estoy de acuerdo con Marisol, que coincide con el final de El Lobo Estepario, como recientemente hemos visto en el Club de Lectura: "Alguna vez llegaría a saber jugar mejor al juego de las figuras. Alguna vez aprendería a reir". Tenemos las figuras de nuestro futuro en el bolsillo y somos quienes jugamos con ellas. Con el ingrediente del sentido del humor, que algunas se soliviantan muy pronto. Un saludo.

    ResponderEliminar
  11. Amelia, te estás superando a ti misma. Este relato me ha gustado más que el de la alarma del trabajo. Te da que pensar.
    Enhorabuena, sigue en este camino.

    ResponderEliminar
  12. Vamos por partes. Gracias Marisol por tu comentario. Gracias también a Hiperión por el suyo, así como su necesaria llamada a la calma. Y, a Loli, me gustaría saber cuál es el de la alarma del trabajo. O tengo la memoria de un pez (ya adelanto que sí) o me lo he perdido.

    ResponderEliminar
  13. Hay que ver Juan que no entiendes el lenguaje femenino, el de la alarma es "El Simulacro". Es igual que cuando nuestras madres dicen "dame el dese deso que está ahí", nosotras les entendemos perfectamente.

    Besos "enteraos"

    ResponderEliminar
  14. Definitivamente estoy fatal... aunque me he enterado por fin. Que no sirva de precedente.
    Besos atontaos.

    ResponderEliminar
  15. Un excelente trabajo que da que pensar. Felicidades Amelia.

    ResponderEliminar
  16. Es un relato que refleja una realidad para todos. Los que nos acercamos a la cuarentena, también vemos alarmantes deterioros y cada día nuevas canas.

    Saludos a todos.

    ResponderEliminar